Las vacunas han comenzado a salvar vidas en los asilos de ancianos en Nueva York, pero no han sanado aún la otra crisis causada por la pandemia: la soledad.
En el estado no hay visitas libres a los asilos debido a las tasas persistentemente altas de COVID-19 a pesar de una flexibilizacion a las normativas para que se reanuden.
Hasta esta semana, de acuerdo con las normativas estatales y federales, esos establecimientos pueden admitir visitantes sólo si no han registrado nuevas infecciones entre pacientes o el personal durante 14 días.
Ambos requisitos han sido muy difíciles de lograr. Poco más de la mitad de los 626 asilos del estado no reunían a mediados de marzo las condiciones para tener visitas en espacios interiores, según un análisis de The Associated Press sobre datos de los Centros para el Medicaid y Medicare de Estados Unidos. En ningún otro estado ese porcentaje es tan alto.
Nueva York actualizó el jueves sus normativas para las visitas a fin de que se reanuden bajo ciertas condiciones, aun si algún residente o miembro del personal dio positivo en fecha reciente. Sin embargo, esa flexibilización de la medida podría no allanar el camino a las visitas en muchos lugares que han tenido dificultades para erradicar al coronavirus.
La falta de visitas ha frustrado a personas como Debbie Barbano, que ha logrado ver a su madre de 69 años en un asilo en el centro del estado pero sólo a través de una ventana.
“Cuando esto llegó el año pasado fue como un balazo en el pecho”, declaró Barbano. “Ella no entendía por qué yo no estaba viniendo. Era como si la estuviera abandonando”.
En conformidad con los nuevos lineamientos de Nueva York, los asilos deben aún evitar las visitas si algún residente o miembro del personal dio positivo, pero podrían reanudarlas a algunos pacientes si en otra ronda de pruebas se determina que el brote estuvo confinado sólo en una parte de la instalación.
Sin embargo, no está claro exactamente cómo se aplicará esa normativa y si el cambio podría afectar principalmente a grandes asilos con múltiples edificios, niveles o unidades en los que el personal o residentes tienen poco contacto con gente de otras unidades.
El comisionado estatal de Salud, Howard Zucker, ha justificado las restricciones a las visitas debido a su señalamiento de que en la oleada de invierno se infectaron 15.000 residentes de asilos y de ellos al menos 3.000 murieron.
El programa federal para vacunar a los residentes de asilos ha contribuido a disminuir los brotes y las muertes por COVID-19 en esos lugares a nivel nacional. En Nueva York, 41 residentes de asilos fallecieron de COVID-19 en la segunda semana de marzo, una disminución respecto de los 382 en la semana que concluyó el 17 de enero.
Debido a una baja en las infecciones a nivel nacional, 80% de los asilos estuvieron en condiciones de abrir sus puertas a mediados de marzo, incluida la vasta mayoría de las casi 1.200 instalaciones de ese tipo en California.
Las infecciones en Nueva York disminuyen a mayor ritmo entre los residentes de los asilos que entre el personal. Algunos trabajadores han dudado en ponerse la vacuna. Y en momentos en que partes de la Ciudad de Nueva York y sus suburbios registran un aumento en los casos, las estadísticas estatales muestran que 68% de los residentes de asilos y 51% de miembros del personal se han vacunado en la Ciudad de Nueva York.
“Los asilos han comenzado por fin a ver la luz al final del túnel”, dijo Christopher Laxton, director ejecutivo de la Sociedad para Medicina de Cuidados Postagudos y de Largo Plazo, cuyo grupo busca que las nuevas reglas le sean aclaradas por los Centros para Servicios del Medicare y Medicaid de Estados Unidos. “No estamos al final del túnel. Estamos viendo el final del túnel”.
Por su parte, algunas personas están haciendo todo lo posible para ver a sus seres queridos.
Miembros de familias en Nueva York y en el resto de la nación que han organizado grupos en Facebook afirman que sus seres queridos están perdiendo peso, han sufrido caídas, han tenido declinaciones cognitivas, agonizan solos y sufren de falta de atención. Los lineamientos federales y estatales permiten las visitas de compasión, pero las familias en Nueva York y otras partes aseguran que los asilos no siempre las permiten.
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